martes, 9 de diciembre de 2008

Experiencias personales: De como me hago racista (parte 6 y fin).


La historia termina del siguiente modo:


Hablamos con nuestros maravillosos vecinos (el repartidor de cerveza y la stripper) les comunicamos nuestras intenciones de largarnos de allí. Ellos deciden que también están hartos del casero y que se vienen con nosotras.


Nos pasamos dos semanas llamando a pisos para alquilar y pateándonos Gosier. Todo muuuuuuuy caro, todo alquilado. Perdemos las esperanzas, aún así, miro cada día en nuestra conexión robada si sale algo nuevo mientras desayuno. Hey! Que pisazo!! Y es lo mismo que pagamos aquí!!! Está mucho mejor!!!! No puede ser verdad. Sí, lo era.


Le comunicamos colectivamente al casero que nos vamos todos a final de mes. Le jode profundamente que de cuatro apartamentos que tiene alquilados se le vayan tres. Pero dice que muy bien, que pos supuesto tenemos derecho a nuestra fianza.


A mitad de mes les devuelve la fianza completa a los franceses (el repartidor de cerveza y la stripper). A nosotras nos cuenta milongas y nos dice que no nos da la fianza, que tenemos un contrato y que no hemos cumplido. (Hay que avisar con un mes de adelanto y avisamos con diez días) “Vosotras venís de un país… aquí las cosas son así… os creéis que podéis hacer lo que queráis.…”


Le molestamos cada día durante dos semanas para que nos devuelva la fianza. Le pedimos una explicación. Llevamos acabo todo tipo de acciones para conseguir nuestro dinero de forma legal pero él, con sus mentiras, había ganado tiempo y en este caso el tiempo era oro.


Nuestro último intento, sabemos que legalmente nos correspondía la mitad de la fianza. Hacemos las maletas. Le decimos que no le daríamos las llaves del piso ni nos iríamos a ningún sitio si no nos la daba. Se encoleriza. Nos dice que volviéramos al día siguiente a las ocho de la mañana a devolverle las llaves.


Volvemos. Él no está. Esperamos durante cuatro horas (las diez de la noche es como las tres de la mañana en España, todo cerrado, todos durmiendo) a las diez aparece. Ratificamos nuestra posición “No te devolveremos las llaves ni nos iremos de aquí sin nuestra fianza”.


Su mujer “Dales un pequeño regalo y que se callen ya, que me duele la cabeza de oírlas”.


Conseguimos lo que es nuestro (la mitad de la fianza) y lo que no (yo le robo un paquete de pollo del congelador y nos hacemos un asado de bienvenida en la casa nueva).


Él nos hecha a empujones, nos llama putas, nos dice que no volvamos a entrar en su propiedad, que no quiere volver a vernos. Nosotras no levantamos la voz ni le insultamos en un solo momento. No somos de su calaña.


Resultado: el repartidor de cerveza, la stripper y las profesoras de español somos muy felices en nuestra nueva casa.


El asado de pollo salió de puta madre en nuestro nuevo horno.


Las peleas que tendrá Jules Negre (ya oímos algunas y fueron monumentales) con su mujer por nuestra culpa bien valen la mitad de la fianza. También el hecho de haberle robado las sábanas, una freidora, unas ollas, cubertería, una cafetera, el pollo y el jamón y el saber que por mucho dinero que tenga siempre será un mísero y un infeliz.


FIN

2 comentarios:

Mario_O dijo...

Entonces qué consejos le darías a alguien que se mudase allí? En qué cosas debería fijarse o asegurarse antes de meterse en alquileres?

No alquilarle un piso a JULES NEGRE queda claro, gilipollas hay en todas partes...

Anónimo dijo...

joder... que persona mas ruin...

nuestro casero cuando llegamos nos regaló una botella de vino...

no es lo mismo eh...

: )

Me alegro de que encontrarais otro piso